Sensibilidad y Razón: Entrevista a Diego Lizarazo
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El entrevistado llega a la cita programada con una asombrosa puntualidad para alguien que tiene muchos compromisos, limpia el sudor de su frente, ocasionado por correr de una junta a su cubículo, con un pañuelo.
Diego Lizarazo Arias, un nombre que al escucharse suele remitir en primera instancia a un hombre académicamente muy completo y preparado. Es egresado de la licenciatura de Comunicación Social de la UAM Xochimilco y Maestro en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en áreas de Epistemología y Filosofía del Lenguaje. Algo que para muchos es desconocido, en parte porque el propio Diego Lizarazo admite haberlo desdibujado y de lo cual no hay referencias, es que al terminar la Maestría -la cual orientó a temas de Lógica-Matemática y un área muy especializada de la Filosofía del lenguaje que se llama “Actitudes proposicionales”-; obtuvo una beca en la Universidad de Columbia -por el enfoque que dio a su Maestría- para la especialización de 2 años en Lógica Matemática, en la que se sumergió. Comenta que no visualizó su trayectoria trabajando en el tipo de temas de esa especialidad (pensamiento abstracto, racionalidad matemática, lógica); en algún nivel se cansó de esa perspectiva y de esa manera de ver las cosas. Por lo cual, más adelante realizó un Doctorado con una línea más humanista: Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM, en el área de Hermenéutica y filosofía de la cultura. Aunque no siguió por la línea matemática tal cual como ruta principal, considera que la especialidad ha tenido influencia en la manera en la que ve y piensa y en la que argumenta.
Diego Lizarazo es colombiano de nacimiento, posteriormente naturalizado como mexicano (aunque personalmente no cree en las nacionalidades). Llegó a este país (y no a Brasil como era otra de sus opciones) a los 17 años de edad, a finales de los 80 por tradición familiar de búsqueda independización y autonomía en los jóvenes. Por lo tanto, siguiendo el ejemplo de sus hermanos mayores (que estaban ya alrededor del mundo) salió de su país natal; una familia un tanto dispersa geográficamente, pero con “gran unidad afectiva” como lo expresa él.
El surgimiento del interés por el lenguaje y la significación se puede explicar en dos momentos de su vida: su infancia y su inicio de formación académica. El origen del interés por el lenguaje y el discurso se ubican en su niñez, en su crianza. Su papá, campesino y negociante, es una de las grandes influencias de tal aprecio por la palabra; definido por su hijo como un “narrador puro, innato”. De niño disfrutaba con avidez escuchar la capacidad narrativa de su progenitor, tan lleno de historias, mitos, leyendas; “como si se soltara un río de imágenes que te iban capturando y fascinando… que pareciera que no tuviera final”. Con tal influencia, desarrolló un gran interés natural por la poesía y la literatura; por el lenguaje.
Al llegar el momento de elegir una licenciatura, el actual egresado de Comunicación Social, estaba indeciso entre ingresar a Arquitectura, Comunicación y Derecho. Es interesante mencionar que al llegar a México, lo primero que hizo fue comenzar a estudiar Antropología, y al terminar el primer semestre de tal carrerra ingresó a Comunicación para estudiarla simultáneamente. Tuvo que dejar trunca la primera; con un año y medio completado, ya que para la visa de estudiante sólo podía estudiar una licenciatura a la vez –lo cual le parecía ilógico ya que tenía la capacidad y tiempo para estudiar las dos-, y se decidió por Comunicación. Aunque tuvo que abandonar formalmente Antropología, siguió estudiándola un tiempo sin reconocimiento oficial. La razón de tal elección, de una carrera sobre otra, fue la atracción a la palabra, el lenguaje, la conversación. En Comunicación encontró conceptualmente lo que había sido sembrado desde la infancia; planteamientos, reflexiones y algo que le parece la cualidad humana sustancial: “nuestra posibilidad de encontrarnos, hallar coincidencias, reconocernos en los otros, de descubrir que nuestros dramas interiores también son los de los otros… y todo eso se halla en el lenguaje”. Su pasión por el lenguaje es evidente y tangible, desde su manera de expresión, las pausas que utiliza al hablar y la comodidad que muestra al pronunciar cada palabra. Para Diego Lizarazo, el lenguaje tiene muchos niveles y formas de significación, de ahí su inclinación por la licenciatura. Dentro de su amplia –amplísima- gama de proyectos, publicaciones y participaciones, es interesante saber qué es lo que más le gusta hacer. Actualmente, él se encuentra a sí mismo en una transición. Antes, lo que más le gustaba era escribir, en un límite delgado entre la teoría y la poesía. Dentro de la escritura, Diego tiene escritura de tipo poética que no ha publicado; poesía, narrativa corta, la cual no se ha decidido a publicar. No se ha decido a probar ese camino –aún-, pero es algo que le atrae inevitablemente. Al decir esto, Lizarazo sonríe: es algo que tiene todavía guardado.
Es por ello que su escritura académica no es tan conceptual, trata de que no sea tan cruda; está convencido de que el pensamiento y conocimiento se expresan por múltiples caminos – a diferencia de lo que se piensa en la academia clásica: “la metáfora es también una zona de producción de sentido”.
La transición que está atravesando actualmente, consiste en la inquietud de ahora producir comunicación audio-visual; de construir imagen, siente la necesidad de ir más allá de la interpretación de imágenes –como lo hizo mucho tiempo-, sino ahora producirlas. El circuito al que está dirigida esta producción es uno con cierta sensibilidad artística, cultural, académica; ya que no tiene una lógica masiva.
La necesidad interior, de tal transición del análisis de imágenes a la producción misma de ellas, por un lado surge para contribuir con una visión de las cosas. Es una visión respaldada por varios años de estudio y trabajo, en la interpretación de la realidad social, en particular cultural y comunicativa del tiempo actual. Hay muchas cosas de las que Diego Lizarazo quiere hablar, y considera que el lenguaje visual es una forma privilegiada de hablar de nuestro tiempo, algo que quiere reflejar en la producción. Por otro lado, quiere expresar cierta experiencia emocional de este mundo, la cual puede visibilizarse y explorarse a través de la imagen que tiene cualidades simbólicas y metafóricas. En su cualidad de innovador y apasionado por el conocimiento; quiere tratar de descubrir las leyes de este nuevo lenguaje (el audio-visual), ya que es un terreno relativamente desconocido; “hay muchas cosas que desconocemos cómo operan”. Así que es una inquietud de orden intelectual, el comprender cómo se constituye esta nueva gramática, entender las reglas de este nuevo lenguaje y también poder expresar la experiencia emocional y la interpretación del mundo a través de este nuevo lenguaje: “ese es el desafío”.
Entre sus proyectos favoritos y el que está en puerta en este momento de su vida, está “Pensar el arte”, más complejo que proyectos anteriores. Está pensado como programa de televisión de media hora, en el que busca mostrar (a diferencia de cómo piensa la teoría o la crítica contemporánea del arte que concibe al arte como gesto) al arte más allá de ser una fuente de sensibilidad, sino también como pensamiento sobre nuestro mundo: en contracorriente de lo que se piensa comúnmente. En “Pensar el arte” busca tomar a los proyectos artísticos más importantes del siglo XX, y encararlos como desafíos al pensamiento humano a través de una visión antropológica, psicoanalítica, política, estética, sociológica: multidisciplinaria. Para Diego Lizarazo, representa una lucha el proceso de conseguir los recursos ya que por la complejidad es una producción más costosa. Se proyecta que este trabajo sea publicado primero en medios públicos y posteriormente en redes sociales.
Además del mundo académico, “la vida no se agota ahí, por fortuna” dice el doctor en Filosofía y letras, tiene muchos otros intereses; lo cual aumenta su grado de complejidad como ser humano y dota de un mayor balance a su vida personal. Es papá de dos adolescentes, de 16 y 14 años, por los cuales expresa tener una gran pasión y busca tener tiempo para jugar fútbol, ir al cine, salir, tener vacaciones con ellos. Tiene pareja y menciona tener “una vida afectiva muy rica, una buena convivencia”. Además de eso, le gusta el cine, le gusta mucho la música –con una obsesión por aprender a tocar el acordeón-, la literatura, bailar, pasear, viajar. Cada que tiene la oportunidad viaja a Colombia, en especial para visitar a su familia, a la cual procura. Como si fuera poco, Lizarazo participa en redes de trabajo social y comunitario.
Un personaje así ¿Se considera una persona mayormente racional o emocional? Al preguntárselo respondió: “Diría que racional, pero no estoy tan seguro”. Menciona no ser impulsivo, sensible sí, pero no impulsivo. Atribuye a su sensibilidad el gusto y la atracción por cosas y temas como la arquitectura, la música y la palabra: un sentimiento vivo que abarca muchas pasiones. Diego Lizarazo considera que regula bien sus emociones, lo cual procura, y cree que es un desastre dejar que éstas controlen la vida de las personas. Al mismo tiempo, se considera apasionado, las relaciones personales que lleva son intensas: sensibilidad y razón.
Llegado este punto, Diego se encontraba muy receptivo y abierto, entablando un diálogo. Me compartió su secreto: no duerme mucho, se levanta muy temprano y se acuesta tarde, trabaja todo el día, a veces con periodos de mucho cansancio de los cuales se logra recuperar. Para él, la manera de sobrellevarlo es la pasión: es el antídoto; “a medida que las cosas te apasionen tu regulas el cansancio, e incluso lo controlas y superas un poco esta limitación”.
Sus recomendaciones a los estudiantes de Comunicación que buscan hacer su camino en una carrera tan saturada profesional y académicamente consisten en: encontrar una pasión y no seguir la idea que implantan algunos padres de buscar una carrera únicamente por la retribución económica, o que sea importante a partir de los valores de los progenitores. Lo rentable e importante a largo plazo es lo que te apasiona “el tema es encontrar la pasión adecuada”. Y ya que el horizonte de la Comunicación es tan vasto (“tanto como la indefinición misma de su objeto de estudio”), él recomienda una focalización sin exceso. Por lo tanto, menciona que es muy importante desarrollar con disciplina y continuidad las pasiones elegidas, ser constantes. De esta manera, si se tienen muchos proyectos, lo mejor es hallar la manera de conectarlos para que lleven un curso.
Diego Lizarazo advierte la relevancia de estudiar, pero no simplemente por la idea de ser buen estudiante, sino “por el principio básico de la consideración a la experiencia de los otros”, a lo cual hizo un énfasis “lo más importante de estudiar es reconocer que el mundo no comienza contigo, que tú no eres el primero en tener esa idea, que tú no eres el primero que genera esa expresión (…) que antes de ti hay otros, y que seguramente lo han hecho mejor que tú. (…) el conocimiento es una manera de aproximarse a los maestros”. De modo que conocer lo que se ha trabajado antes, nos permite recuperar todo ese esfuerzo que ya está hecho e incorporarlo después a nosotros mismos y la otra parte consiste en participar en una comunidad que ya ha trabajo con el tema en específico, ser parte de un grupo y respetar el trabajo previo.
Por otro lado, mencionó que hay que procurar visibilizar lo no convencional y lo no establecido, buscar otras fuentes; “si te gusta el cine, tienes que buscar más allá del cine que se ofrece en la cartelera convencional”. Lizarazo lo considera como una tarea a realizar como comunicólogos para ampliar nuestro horizonte, y no simplemente la limitación de reproducir sobre lo que se nos ofrece, que justamente es lo más convencional: así hay más posibilidades.
Otra cuestión que menciona, es desarrollar habilidades técnicas propicias de nuestro tiempo, para poder entender el lenguaje contemporáneo. Desarrollar, además, habilidades analíticas, políticas y de gestión “quien quiere hacer comunicación hoy, tiene que tener habilidades políticas y de gestión para que sepa mover su producción, para que sepa entrar en los circuitos, para que aprenda a conseguir financiamiento”. Sin esos recursos, esa logística, sin esas estructuras o atajos técnicos, sin lograr la visibilización y promoción adecuada; buena parte del trabajo de un comunicólogo va a estar en crisis, menciona Lizarazo. “Necesitas equipos, pero también tienes que saber que en nuestras circunstancias sociales e institucionales tú tienes que hacerle el seguimiento del inicio al final a cada proyecto porque en nuestro contexto, desafortunadamente, no tenemos una inteligencia institucional capaz de procesar y cumplir con sus responsabilidades”.
Al comentarle que la entrevista sería leída por estudiantes de la carrera de Comunicación Social y demás integrantes de la comunidad universitaria y que si tenía algún último comentario, Diego Lizarazo vuelve a su tono formal e institucional. Comentó que la UAM Xochimilco genera un contexto de educación bueno, ya que reúne dos elementos: profesores con muy buenos trabajos y dedicación, y estudiantes con un sentido por lo social y amor por el conocimiento. Para él, estamos en un momento muy importante de transición, en el que el programa debe renovarse; se espera que en unos años se pueda aplicar lo que algunos profesores están cambiando, para él se va a producir “un programa muy idóneo para las condiciones tecnológicas, sociales, históricas de la comunicación de nuestro tiempo”. Espera que los que lean esta entrevista, se sientan felices de estar en Comunicación y que se apasionen porque aquí pueden encontrar los recursos para llevar a cabo sus proyectos, sus deseos y expectativas, y producir también lo que merece esta sociedad. Cierra con la frase “más trabajo en equipo con propósito”.